martes, 9 de enero de 2007

La reforma LOU no responde a los retos del futuro


Juan Vázquez:«La reforma de la LOU no responde como debería a los retos de futuro»
POR MILAGROS ASENJO MADRID.
«La reforma de la Ley Orgánica de Universidades (LOU) era imprescindible y la habíamos demandado largamente los rectores, pero el cambio es limitado y supone un poco una oportunidad perdida. Aunque quita ataduras, no responde como debería hacerlo a los retos del futuro», afirma el presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), Juan Vázquez.
—¿Qué quiere decir con cambio limitado?
—Que la reforma se ha presentado en términos de maquillaje, que es una ley más para arreglar algo que para proponer un modelo de Universidad,
—Pero, ustedes habían hablado de reforma limitada...
—Dijimos que había que hacerlo así para evitar que la Universidad entrara en un nuevo proceso constituyente, después del que vivió tras la aprobación de la primera LOU.
—¿Tiene aspectos positivos?
—Tiene de bueno que ha eliminado algunas disfunciones como la habilitación y que da más flexibilidad y autonomía a las universidades para que cada una busque su camino. En definitiva, creo que la ley es mejor por lo que no regula, por lo que deja hacer.
—Hablemos de lo que menos les ha gustado...
—Sobre todo, algunos de los cambios introducidos en el tramo final de la tramitación, que tocan aspectos como la relación entre el Consejo de Gobierno de las universidades y el Consejo Social. En ellos, se ha vuelto un poco a los orígenes, se ha hecho un viaje hacia ninguna parte. Tampoco incluye iniciativas para transferir el conocimiento ni queda clara nuestra relación con la nueva Conferencia General de Política Universitaria. La ley es más corta de lo que estamos haciendo en la Universidad.
—¿Por qué?
—Por fortuna, las universidades van ya por delante de la ley, porque se han generado mecanismos, proyectos y capacidades que se anticipan. La virtud está en que el marco legal sea de referencia genérica y no suponga muchas ataduras a esa creatividad que hay en las universidades.
—Los rectores, ¿no conocían los últimos cambios?
—No los conocíamos. Hemos mantenido una permanente comunicación con el Ministerio hasta la fase parlamentaria, cuando han entrado en juego los grupos políticos, pero ésta no es una ley de los rectores. Hemos demostrado cuál era nuestro papel y se nos han tenido en cuenta algunas aportaciones, aunque nos sentimos insatisfechos.
—Tampoco coincidían con la primera LOU...
—Bueno, con la primera LOU, la aprobada en diciembre de 2001, se produjo una batalla tan ardua que dañó la imagen de la Universidad y de los rectores y cuyas consecuencias aún se sufren. Ahora, afortunadamente, esto no ha ocurrido, lo que no quiere decir que sea la ley de los rectores.
—Las críticas contra la acreditación se centran en que no habrá pruebas públicas...
—Es verdad que al acreditación se hará con documentos, pero el modelo no está desarrollado y, en todo caso, es un paso previo hacia el funcionariado. Después, las universidades en sus concursos podrán incluir pruebas.
—Las autoridades educativas mezclan conceptos como autonomía, calidad y rendición de cuentas. ¿qué opina?
—Espero que cada vez que la ministra diga esto nos sea una prueba de desconfianza. La autonomía es un derecho constitucional y no al entendemos de otro modo. Además, no hay ninguna institución como la Universidad que se someta a tantas evaluaciones y siempre sin poner el menor reparo
—Entre las novedades aparece la referencia a los estudios en el Espacio Europeo de Educación Superior, ¿cuál es su opinión?
—Hubo un punto de alejamiento sobre la duración de los estudios de Grado. No todas las universidades opinan igual y, por ello, defendimos una solución más flexible que consistía en que pudiera haber grados de tres y de cuatro años. —¿Cómo ve el proceso?
—Hay mucha desinformación y mucho descreimiento. Hay que recuperar el discurso de la ilusión y de la oportunidad que supone el Espacio Europeo, explicar el porqué de la reforma.
—Algunos dicen que los alumnos sabrán menos...
—No creo que sea así. El gran desafío está en el cambio del método de enseñanza, que será más personalizada y exigirá un mayor trabajo con el alumno. Tenemos que ser capaces de introducir la formación en capacidades y habilidades no sólo en conocimientos. El profesor deberá afrontar el reto de saber lo que se debe enseñar y lo que se puede aprender.

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