domingo, 30 de diciembre de 2007

ESPAÑA, MADRID: La liquidación de los padres

Al final, el Congreso de los Diputados, con los votos del PSOE, IU, ERC y BNG, aprobaron la modificación del Código Civil, suprimiendo la posibilidad de que los padres “puedan corregir razonable y moderadamente a sus hijos”.

Ahora, padres y madres ya lo saben: no tienen el derecho de la corrección razonable y moderada, porque nuestros sabios legisladores consideraban que esta posibilidad podía atentar a la integridad física y psicológica del hijo.

Los padres continúan teniendo todas las obligaciones de antes, estar en su compañía, alimentarlos, educarlos, procurar una formación integral, pero ya prácticamente carecen de todo derecho legal para aplicar su autoridad, ni tan siquiera la corrección.

Hay que decir que el Código Penal ya castiga expresamente a quien dañe la integridad corporal o la salud física y mental de los menores, pero no era suficiente, porque lo que se pretende, según sus propios autores políticos, es impedir cualquier castigo físico a un niño, por pequeño que sea. Se trata de la abolición de la colleja, el cachete, la palmada en la mano.

Se ha entrado en una dinámica que solamente puede terminar mal, como de hecho, lo está haciendo. Menores mal educados, criados en un ambiente de permisividad total, que no saben el sentido de la palabra “no”, llevados a centros públicos donde todo principio de autoridad y respeto ha desaparecido o, en el mejor de los casos, sobrevive con serias dificultades, podrán ahora enfrentarse a sus padres sin que éstos puedan tener un gesto, porque se trata de esto, y sólo de esto, de corrección física. Confundirlo con la paliza solo puede darse en mentes cegadas por ideologías que niegan la realidad de las cosas, por ideologías peligrosas, por consiguiente.

Los mismos responsables que justifican atrocidades como las que al parecer se cometían en las clínicas de Morín, rompecocos, trituradoras, defienden por un extraño humanismo el veto a la colleja correctora. Qué extraña mentalidad esa que no le importa la sangre y el dolor de un no nacido y es capaz de prohibirle a un padre darle un bofetón a su hijo.

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