«Si los centros religiosos nos hubiesen apoyado, Educación para la Ciudadanía no hubiera salido adelante»
«No hay que pensar que porque hay pocas objeciones el movimiento es pequeño. Lech Walesa empezó con 25 seguidores y acabaron derrumbando el muro de Berlín»
Dice que, como gran tímido, los auditorios le asustan, pero según va calentando las ideas y la voz Luis Carbonel se apasiona, se enardece y justifica su liderazgo nacional al frente de la Confederación Católica de Padres de Alumnos y Padres de Familia, la organización más belicosa contra la política educativa del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. De voz pausada y escasa gesticulación, Carbonel apela tozudamente en su discurso a los grandes rebeldes de la historia: Ghandhi, Luther King, Solzhenitsyn... Pero su preferido es Lech Walesa, el líder sindical que empezó dirigiendo una revuelta con 25 hombres y acabó presidiendo Polonia.
-Su gran batalla es Educación para la Ciudadanía. ¿Se han quedado solos en sus planteamientos?
-No. Conviene recordar que prácticamente el 95% del Consejo Escolar del Estado votó en contra de la asignatura. Luego, curiosamente, entiendo que siguiendo consignas gubernamentales, muchos de los que votaron en contra, como la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres (Ceapa), de repente se convirtieron en defensores ardorosos de la asignatura. Pero no han explicado por qué han dado un giro de 180 grados. Concapa desde el primer momento se ha opuesto a la asignatura porque entiende que los valores no se pueden imponer, se pueden proponer.
-Pero el entendimiento de los colegios religiosos, FERE, con el Gobierno les ha infligido un aire de soledad. Lo lógico sería que Concapa y FERE fueran de la mano.
-Efectivamente, es lo lógico. FERE siempre ha dicho que está en contra de la asignatura, pero que no comparte la objeción de conciencia, que por lo visto sí la entiende en el caso de los colegios públicos, pero no en los concertados. A éstos brinda una fórmula un tanto kafkiana, adaptando los contenidos de la asignatura a su ideario, lo cual descafeinará la asignatura. A mí me parece que esto roza la ilegalidad. Una asignatura aprobada por decreto no la puedes retorcer y marear hasta que al final no se conozca. Y, quizá debido a que estamos en tiempos electorales, no se está exigiendo por parte del Gobierno el cumplimiento íntegro de la asignatura, tal y como ha sido diseñada. Yo respeto mucho su opinión, pero si FERE nos hubiera apoyado, estoy seguro de que esta asignatura no hubiera salido adelante.
-¿En realidad, ustedes por qué se oponen tan ferozmente a la asignatura?
-Porque queremos que Zapatero dialogue con nosotros, paralice la asignatura, planteémos consensuadamente cuáles tienen que ser los contenidos y darle un carácter voluntario a la materia. Concapa fue la única institución que envió un documento abierto a la ministra de Educación con el ánimo de abrir un debate que sirviera para pedir opinión a los ciudadanos, porque no somos súbditos. Pero ni nos contestó. Y en vez de tomar la mano tendida de los padres nos respondió con la imposición de la asignatura. En el siglo XXI no se puede imponer nada a nadie. Es absolutamente fascita. De ahí viene nuestra oposición.
Arrogancia
-Pero el Gobierno dice que sólo recoge los valores constitucionales.
-Eso es falso, porque algo tan importante como la unidad de España no se contempla, ni el derecho de los españoles a usar el castellano ni la solidaridad interregional ni la bandera ni el papel que tiene, como garante, el Ejército... En ningún país han tenido la arrogancia de intentar decir a nuestros hijos lo que está bien o está mal, que es lo que pretende el Gobierno, la uniformidad de pensamiento. Esta tentación totalitaria no es nueva en nuestro país. La tuvo el caudillo de derechas y ahora la tiene el caudillo de izquierdas, pero en la historia ha habido objetores importantes como Gandhi, Solzhenitsyn, Luther King o Lech Walesa, que objetaron leyes aprobadas por sus gobiernos. Desde Concapa hemos incitado a los padres a que se opongan con cualquier medio legítimo a esta asignatura.
-Minimizan sus apoyos.
-También minimizaron los de la LOE y fuimos dos millones de ciudadanos los que acabamos en Madrid. No tenemos que creer que porque no hay muchas objeciones el movimiento es pequeño. No, no, no, no. Lech Walesa comentaba que cuando comenzó eran sólo 25 personas con poca formación intelectual. Luego unos pocos cientos, luego miles y millones que pudieron tirar el muro de Berlín. No despreciemos nunca el número porque ir contra el Gobierno constituido es algo heróico. Y el Gobierno olvida que cuando los objetores eran de izquierdas eran tenidos como héroes. Claro que si son de centro derecha no son héroes, sino gente que no acata la ley.
-¿Cuáles son sus siguientes pasos?
-Hemos creado una red de abogados y procuradores gratuitos porque estamos dispuestos a recurrir este tema ante los tribunales ordinarios de justicia. Ya lo hicimos en Andalucía, pero ya se ha planteado en otras comunidades autónomas. Y si el resultado es adverso, estamos dispuestos a llegar hasta el Tribuna Europeo de Derechos Humanos. Todo antes que renunciar al derecho que tenemos como padres.
-También pidió la dimisión de la ministra por la reforma del Bachillerato...
-La ministra creerá que la persigo, pero es que esto es la puntilla. ¿A quién se le ocurre que rebajando el nivel de exigencia nuestros hijos van a estar más motivados para estudiar el Bachillerato? Es la guida para acabar de fastidiar la calidad de nuestra educación. Hemos pedido la dimisión de la ministra porque nos parece un disparate. Si verdaderamente creemos que un bachillerato no se puede hacer en dos años, pongamos tres, como en Europa, pero así estamos desautorizando al profesor, desincentivando al alumno y castigando a las familias que en casa decimos que hay que esforzarse para conseguir algo, que estudiar es su trabajo. Y la ministra les dice que es mas motivador rebajar el nivel. Nuestros hijos se acordarán de la ministra cuando tengan los peores empleos de Europa al competir con alumnos en cuyos países hay una calidad de enseñanza mucho mejor que la nuestra.
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