Cerca de 220 mil adolescentes comenzarán a estudiar esta semana con ese libro que echa humo. Es el texto de una nueva materia que ha causado explosiones desde que fue concebida.
Mientras el Ministerio de Educación asegura que su enseñanza ayudará a difundir los valores democráticos, el opositor Partido Popular (PP) y la Iglesia creen que es una apología del socialismo.
De hecho, el líder del PP, Mariano Rajoy, ya dijo que la asignatura desaparecerá si él gana las elecciones presidenciales el próximo año. Y miles de padres que comulgan con esa idea han acudido a la objeción de conciencia para que sus hijos no aprendan ciertos temas.
La clase incluye asuntos que no despiertan pasiones, como la lucha contra el acoso escolar, el cuidado del medio ambiente, las ventajas de unas elecciones justas, la necesidad de pagar impuestos y la prevención de riesgos. Pero hay otros apartes que sacan chispas. El sexo, el aborto y el matrimonio entre homosexuales encienden llamaradas.
Los libros de texto de la materia varían de acuerdo con la editorial. Algunos explican con detalles los métodos anticonceptivos, mientras no faltan los que se muestran abiertamente en contra del aborto.
El tratamiento de la diferencia entre el hombre y la mujer es otro de esos asuntos que atizan el fuego. Unos libros explican el tema bajo el aspecto biológico y otros lo toman desde el punto de vista cultural. Muchos tocan el machismo e incluso el de la editorial Octaedro se da el lujo de anotar la siguiente broma: "¿Por qué los chistes de mujeres siempre ocupan dos líneas? Para que los entiendan los hombres".
Críticas desde el primer día
La polémica ha estado encendida desde que la ministra de Educación, Mercedes Cabrera, puso el borrador de la clase sobre la mesa. "El contenido definitivo no refleja el inicial. Los debates han obligado al gobierno a cortar sus aspiraciones", dice un profesor de la clase.
La Ley señala su interés en "promover una ciudadanía democrática como parte del conjunto de los objetivos y actividades educativas".
Los detractores opinan que la norma tiene trampas. Agustín Domingo Moratalla, catedrático de filosofía, asegura que "la administración recuerda que los países de nuestro entorno tienen este espacio de reflexión, pero no nos dice las competencias educativas que incluye, cómo se determinan y el papel activo que en algunos países desempeñan, por ejemplo, las comunidades religiosas".
Y es que justamente la Ley también suprime la obligatoriedad de la materia de religión. Los centros escolares deben impartirla, pero los padres pueden decidir si sus hijos la toman o no y su nota no cuenta en el promedio ni se computa con las demás.
Por lo pronto, el Ministerio de Educación recuerda que los alumnos que falten a clase la perderán, con las mismas consecuencias de cualquier asignatura.
Eso no significa que todos los escolares españoles la tendrán en sus horarios. Por ahora comienza en siete comunidades autónomas (departamentos), pero se prevé que para el próximo año ya esté en todos los colegios.
JUANITA SAMPER OSPINA
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
MADRID (ESPAÑA)
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