Las estadísticas lo sitúan en torno a un 29% según el Instituto Nacional de Calidad y Evaluación (INCE)
Podemos encontrar distintas definiciones con respecto a este término tan en uso; algunos expertos hablan de fracaso escolar cuando un niño no es capaz de alcanzar el nivel de rendimiento medio esperado para su edad y nivel pedagógico y esto, por tanto, es medido por el número de suspensos que un alumno tenga ese curso. Al alumno, le exigen unos objetivos y si no los alcanza, tiene fracaso escolar. Otros, en cambio, opinan que los niños no crean el fracaso escolar, sino que lo padecen, causado por alguna mala acción educativa.
Desde la Fundación Internacional O Belén, afirman que "siempre han apoyado al menor", y en este caso, es también "lo que más nos importa", afirman, y recuerdan "que buscar culpables no creemos que sea una solución. El fracaso escolar no sólo preocupa a padres y profesores, sino que, hay muchos niños, que también lo pasan mal, porque el fracaso escolar no se ciñe sólo a los "vagos".
Muchas son las causas de un fracaso escolar y dependiendo de ello, un equipo multidisciplinar donde, por supuesto incluimos a los padres, trabajara de una manera u otra, pero, ¿qué podemos hacer para prevenirlo?. La Fundación Internacional O Belén da las claves.
= Informarse por todo lo relacionado con su colegio. El niño debe sentir que sus estudios son un asunto que interesa.
= Participar en las actividades escolares que impliquen la presencia de los padres.
= Mostrar predisposición y atender sus necesidades y preguntas en casa, pero nunca jamás hacerle el trabajo. Hacer saber a su hijo que usted no conoce la respuesta a todas las preguntas y proponerle buscar juntos aquellas que desconozca.
= Ser coherente. Compartiendo con él conocimientos es más fácil despertar su deseo de aprender.
= Evite mensajes que pronostiquen el fracaso. "Vas a suspender si no estudias", "no vas a llegar a nada". En cambio, procure animarle y alabar sus éxitos, por pequeños que sean.
= Propicie un ambiente óptimo para estudiar. Una mesa con las menos distracciones posibles y una habitación bien iluminada con temperatura entre 15º y 21º, es el entorno óptimo para la mayoría de los casos. Aunque haya niños que trabajen muy bien en la cocina o el salón, no es éste el lugar adecuado.
= Es importante que su hijo adquiera hábitos, como por ejemplo, estudiar siempre a la misma hora, teniendo en cuenta que después de cenar o de realizar una actividad que requiera mucha energía, no son los más adecuados. Sin embargo, no debemos olvidar que los hábitos se crean con una continua repetición y se fijan si las consecuencias son satisfactorias. De lo contrario, podemos obtener el efecto inverso.
= Organicen y planifiquen juntos las horas de estudio. Es bueno que su hijo emplee una agenda escolar y que comenten las tareas para la tarde, dando prioridad a las que más dificultades acarreen, y alternándolas con asignaturas que sean más fáciles y placenteras. La planificación debe hacerse por escrito para evitar ansiedades y crear una obligación. Después de un hábito de planificación diaria, se puede pasar a una planificación semanal.
= Es necesario hacer pequeños descansos, los cuales no deben implicar actividad intelectual, y sí cambiar de ambiente. Recuerde que, el que nuestro hijo pase más horas delante del libro no quiere decir que estudie más, incluso es perjudicial porque provoca aburrimiento.
= Ante todo, su hijo no es ningún fracasado por suspender unas asignaturas. No le haga sentir como tal. Tener dificultades no es un problema si se puede solucionar.
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