NOTA DE PRENSA
CONCAPA PIDE QUE, EN LOS CASOS DE VIOLENCIA ESCOLAR, SEA EL AGRESOR EL QUE SE MARCHE DEL CENTRO
Madrid, 10 de Enero de 2007.- En Barcelona un alumno ha sido cambiado de centro educativo tras sufrir acoso escolar y así, una vez más, el agresor permanece en el colegio mientras que la familia del agredido se ve en la necesidad de matricularle en otro centro.
Pese a la abundante demagogia política –manifestaciones vacías restando importancia a estos sucesos que se pretenden presentar a la sociedad como esporádicos y accidentales, o hablando de planes y acuerdos con otros Ministerios pero obviando a las familias- lo cierto es que estos casos no paran de crecer y aparecer, pese a que muchos de ellos no llegan a los medios de comunicación.
En esta ocasión ha sucedido en la escuela IPSI de Barcelona pero anteriormente sucedió en otros, como el Colegio Condes de Aragón de Zaragoza donde se causaron daños de consideración por los alumnos que continúan en el mismo centro porque las autoridades educativas han obviado la voluntad del centro, de su consejo escolar, de su APA y, en definitiva, de las familias.
Con esta política de tolerancia con el agresor o infractor de las normas de convivencia más básicas o elementales se está consiguiendo unos efectos perniciosos que redundan en más violencia. Se convierte a los “antihéroes” en modelos educativos que se pavonean impunemente frente a sus compañeros, que ven como conductas incluso muy violentas no llevan aparejada la más grave de las sanciones como es la expulsión del centro. Por el contrario, las víctimas en lugar de verse protegidas, consideradas y arropadas por la totalidad del centro -y sobre todo por las autoridades educativas- se ven obligadas a silenciar sus agresiones o se exponen a tener que abandonar el colegio.
Por ello, CONCAPA solicita a las autoridades educativas el suficiente sentido común para que los actos graves de violencia escolar lleven aparejadas dos consecuencias públicas y manifiestas:
1.- Apoyo incondicional a las víctimas, a quienes en justicia hay que restituir la libertad que les arrebatan sus agresores para que puedan tener una convivencia pacífica que les permita instruirse y formarse adecuadamente, dentro del mismo centro.
2.- Sancionar a los agresores con la expulsión del colegio -si así lo considera el consejo escolar de centro- no sólo como medio coercitivo, que les permita aprender las consecuencias de sus graves actos, sino también como ejemplo para el resto del alumnado que tiene que percibir con claridad que los premiados nunca son los agresores. En caso contrario, las autoridades educativas en lugar de formar estarán primando la violencia.
Olimpia García Calvo
Gabinete de Comunicación de CONCAPA
e-mail: olimpiag@concapa.org
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