domingo, 14 de enero de 2007

Fecundación a los 67 años, derecho a decidir

¿Prohibir la fecundación a una mujer de 67 años? ¿Y el “derecho a decidir”?
Si usted piensa que fecundar a una anciana es una barbaridad, estará de acuerdo en que hay limitaciones al “uso del propio cuerpo”.
Una mujer de 67 años ha sido madre de gemelos en España. Con algunas excepciones (como socióloga feminista Cristina Sánchez Miret en La Vanguardia), médicos, psicólogos y sociólogos han tendido a calificarlo de barbaridad. Cuando los gemelos tengan 12 años su madre será octogenaria. Y no hablemos de los embriones que han sido eliminados en el proceso de fecundación.
Mucha gente defiende el derecho al aborto diciendo que “la mujer tiene derecho a elegir lo que hace con su propio cuerpo”. Cuando a estas personas se les convence de que “el aborto mata a otra persona, un bebé con su propio cuerpo, su propio corazón, su própio ADN y su propio grupo sanguíneo”, algunas responden: “aún así, si la mujer al decidir sobre su cuerpo mata a otro, la libertad de decidir prima sobre la vida del feto”. Esta idea simplemente piensa que “vale la pena matar” al feto.
Sin embargo, incluso entre esta gama de personas es posible encontrar gente que se escandalice con la idea de que una mujer de 67 años se fecunde para tener un hijo...¡o gemelos! Incluso en este tipo de personas habrá algunas que dirán: “estoy a favor del aborto, pero habría que prohibir la fecundación de madres ancianas”. De hecho, así lo tienen legislado algunos países: se permite el aborto, pero no las fecundaciones extremas.
Estas personas y estos países, quizá sin saberlo, admiten que el “derecho al propio cuerpo” que invocan en el aborto tiene límites. Piensan que la señora de 67 años no tiene derecho a hacer lo que quiera con su cuerpo y su fertilidad.
Otros derechos al propio cuerpo: el caníbal
No es muy distinto al caso del caníbal que conmocionó hace pocos años a la sociedad alemana. Un hombre se ofreció voluntario para que otro le cortase partes de su cuerpo y se las comiese. Cuando quiso cambiar de opinión, era tarde: el caníbal siguió adelante con lo pactado y terminó matando y comiéndose buena parte del voluntario menú.
Muchos se escandalizaron al ver que comerse a alguien no era agravante: ¡no figuraba el canibalismo como delito en la ley alemana! Y por supuesto tampoco figuraba como delito el presentarse voluntariamente a ser comido, aunque fuese parcialmente. Hubo debate: ¿el derecho sobre mi cuerpo incluye el dejarme comer un brazo?
El trabajador que se vendió como esclavo
Otra variante es más común: la esclavitud está abolida, y sin embargo se dan casos de personas que se venden como esclavos a un patrón; firman un contrato en el que declaran que trabajarán gratis, por comida y alojamiento, y harán todo lo que pida el jefe. Venden su cuerpo. Si la venta incluye servicios sexuales, es una variante de prostitución.
Evidentemente, en España y el casi todos los regímenes jurídicos modernos, esto no es legal (aunque hace poco salió a la luz un caso en España, con contrato y todo). En Occidente se dice eso de “mi cuerpo es mío”, pero ningún país admite que sea “tan mío” como para venderlo.
Hay pues muchas limitaciones a la idea de que “puedo disponer lo que quiera con mi cuerpo”. Una sociedad puede limitar este derecho por el bien de las personas y de los más pobres y débiles: prohibir la prostitución, el canibalismo, la esclavitud y otros usos del cuerpo vistos como degradantes o salvajes.
Una sociedad que limita estos usos (abusos) del cuerpo está legitimada también para limitar o prohibir el aborto. Si a una señora no se le permite fecundarse con 67 años, no hay razones para que no se le puede prohibir a otra terminar su embarazo abortando a su hijo o hija. Una vez nacido el bebé, siempre habrá parejas encantadas de adoptarlo si la madre natural no puede o no quiere encargarse de él.

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