«Mi familia en Ecuador me pide que no salga a la calle»
RAFAEL CARMONA
Rosa Márquez lee las últimas noticias sobre ETA en el locutorio que regenta en la capital
POR C.G.B.
CÓRDOBA. «Vinieron a labrarse un futuro y encontraron la muerte». Estas palabras, pronunciadas por Luis Enrique Bravo, presidente de la asociación Ecuatorianos en Acción de Córdoba, resumen la tristeza e indignación sufrida por los compatriotas de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, asesinados el pasado 30 de diciembre en el atentado de ETA en Barajas.
A pesar de que los cuerpos han sido repatriados y que la normalidad vuelve poco a poco al aeropuerto madrileño, Bravo aún se emociona cuando recuerda los hechos. «No nos explicamos aún cómo unos señores pueden matar a gente inocente que era la esperanza y sustento de su familia, allá en el Ecuador», explica.
Desconocimiento de ETA
Curiosamente son muchos los ecuatorianos que desconocían el problema del terrorismo en España hasta el pasado diciembre. «No sabía de las reivindicaciones de la ETA y de su lucha armada hasta que vine acá», dice Bravo, residente en la capital desde hace seis años. Por ese motivo, desde que explotó la bomba en la T-4 de Madrid existe cierta psicosis en el país sudamericano sobre el peligro a nuevos ataques. «Cuando llamas allá te preguntan si estamos cerca de Madrid, del peligro, y siempre te advierten de que tengas cuidado en la calle y que salga sólo lo necesario. Quizás el miedo se ha apoderado de Ecuador porque el impacto ha sido muy fuerte».
Respetuoso con todos los colectivos, no entiende, sin embargo, que las ideas se consigan «a través del miedo y el terror». «Es legítimo que los vascos quieran conseguir mejoras para su pueblo, pero siempre a través del diálogo y no con las armas. Porque, ¿qué daño habían hecho estos jóvenes trabajadores a Euskadi? El fin no debe justificar los medios nunca y ellos, con este atentado, han acabado con dos familias humildes que luchaban por sobrevivir».
Por ese motivo, el presidente de la asociación cordobesa acudió el sábado a Madrid, junto a otros compatriotas, para participar en la manifestación contra ETA «por una sociedad libre». «Fue lindo comprobar la solidaridad de la gente con nuestro pueblo, fuera del lugar que fuera», dice Bravo.
Algo que no pudo vivir, sin embargo, Rosa Márquez, una joven ecuatoriana que atiende desde hace años el locutorio de la calle Doce de Octubre. «El trabajo me impidió estar físicamente pero estuve con el corazón. Me emoció ver esa marea humana gritando y llorando por los asesinatos de Diego Armando y Carlos con el mismo dolor y rabia que si hubieran sido españoles», aclara.
Comunidad numerosa
En Córdoba viven en la actualidad más de 3.000 ecuatorianos, una cifra que, según Bravo, va en aumento. «El trágico suceso de Madrid no hará descender el número de compatriotas que vengan a España. Porque hay algo muy claro, Puede más el miedo del hambre que el miedo a los atentados», aclara.
Ahora, desde la lejanía, sólo esperan que el Gobierno español cumpla con sus promesas y la familia reciba indemnizaciones «para que el viaje de estos compañeros no haya sido en valde y su familia en Ecuador pueda ver la luz a un futuro que esa mañana se tiñó de negro ».
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