jueves, 1 de febrero de 2007

MADRID: Rouco denuncia "laicismo radical" en la ley de educación

Rouco denuncia el «laicismo radical» que se encierra en la ley de Educación

JESÚS BASTANTE
MADRID. El cardenal-arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, reclamó ayer al Gobierno una «vuelta a la Constitución y a los Acuerdos entre la Santa Sede y España» en lo tocante a la educación, para paliar los problemas de una escuela «enormemente problemática» y que tienen como base «los viejos ateísmos y materialismos del siglo pasado», así como la imposición de «un laicismo radical».
En la conferencia pronunciada en el Club Siglo XXI, bajo el título «El derecho a la educación y sus titulares. ¿De nuevo en una incertidumbre histórica?», Rouco fue muy crítico con la Ley Orgánica de Educación (LOE) y, en especial, con la materia de Educación para la Ciudadanía, que ha suscitado «una nueva y desconocida preocupación» entre padres, profesores y centros, sobre todo en lo tocante a «la construcción de una conciencia moral cívica», que «oficializa» el «intervencionismo estatal».
«Vuelta atrás»
En su conferencia, el cardenal de Madrid resaltó que la aprobación de la LOE, llevada a cabo «por una compleja mayoría parlamentaria», no soluciona los problemas, sino que los presenta «vivos y agravados». Para Rouco, «con la LOE no se ha conseguido restablecer el equilibrio jurídico» plasmado por la Constitución y los Acuerdos Iglesia-Estado. En su opinión, «el tratamiento dado al régimen académico de la clase de religión y moral católica por la nueva ley» y «la introducción de una nueva materia escolar obligatoria, titulada Educación para la Ciudadanía, confirma la vuelta atrás en la consideración jurídica del principio de libertad de enseñanza», ya que, por ejemplo, «la enseñanza de la religión y moral católica vuelve a quedar sin alternativa de valor académico equiparable», y no soluciona «el problema del derecho de los padres a la elección libre de los centros docentes de acuerdo con sus convicciones y preferencias y el problema de la enseñanza de la religión».
El cardenal de Madrid recordó los «efectos positivos» del artículo 27 de la Constitución, que garantiza la libertad religiosa y moral en las escuelas, principio consensuado que se plasmó «sin mayores problemas, en el Acuerdo Internacional entre la Santa Sede y España sobre Enseñanza y Asuntos Culturales y, más en concreto, en la regulación de la enseñanza de la religión católica que en él se adopta».
El derecho de los padres
Pese al consenso básico en esta materia alcanzado durante la Transición, el purpurado criticó cómo en la aplicación de estas normas surgieron «divergencias» que «han permanecido vivas hasta hoy» en las sucesivas leyes educativas, y que se plasman en el modo de aplicar la libertad de enseñanza y «entender el derecho de los padres como primeros educadores de sus hijos». En este punto, Rouco resaltó que la situación actual resulta «enormemente problemática». Entre los aspectos más preocupantes, destacó «la educación moral y la formación integral de la personalidad de los alumnos».
«A los fenómenos de la adicción a la droga y de conductas sexuales disolutas, que van en aumento o no cesan, hay que añadir el creciente número de abortos provocados en adolescentes y jóvenes menores de edad y el escándalo de la violencia escolar en versiones desconocidas hasta hace pocos años, como es el caso nada infrecuente de las agresiones a profesores y personal auxiliar de los centros». Frutos todos ellos de «las nuevas ideologías» en las que «perviven los viejos ateísmos y materialismos del siglo pasado», como «el nuevo agnosticismo ideológico» que «rehúsa aceptar la visión trascendente del hombre». Esto lleva, en opinión del cardenal de Madrid, al «relativismo moral».
El principio de la libertad
«En un Estado así -recalcó-, concebido a la medida jurídica del laicismo radical, poco sitio queda y quedará para los derechos de los padres a elegir libremente el tipo de educación y la escuela que quieren para sus hijos e, incluso, para poder reclamar en el marco escolar estatal una enseñanza de la religión y de la moral que profesan con un mínimo de rigor pedagógico y de dignidad académica», por lo que «compaginar laicismo radical con el principio de la libertad de enseñanza resulta imposible».

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